¿Sabías que existe el egoísmo positivo? Sí. La satanización tradicional del egoísmo ha llevado a muchas personas a asociar esta palabra con actitudes negativas, como la avaricia o la indiferencia hacia los demás. Es cierto que existe un tipo de egoísmo que cierra a la persona, fomentando una mentalidad de “todo para mí” y desatendiendo las necesidades de quienes la rodean.
Sin embargo, es fundamental reconocer que también hay una segunda interpretación del egoísmo, una que se centra en el cuidado personal y el amor propio.
Este enfoque, conocido como egoísmo positivo, promueve la idea de que cuidar de uno mismo no es un acto egoísta, sino esencial para el bienestar integral. Aprender a quererse implica priorizar nuestras necesidades emocionales, físicas y mentales, lo que a su vez nos permite estar en una mejor posición para ayudar a los demás.
Darse lo mejor a uno mismo no significa descuidar a otros, sino cultivar una relación sana con uno mismo que, en última instancia, beneficia a nuestras relaciones interpersonales. Adoptar el egoísmo positivo es un acto de valentía que permite a las personas florecer y crear un impacto positivo en el mundo que las rodea.
¿Por qué es importante centrarte en ti mismo a través del egoísmo positivo?
El egoísmo positivo juega un papel crucial en el autoconocimiento, ya que nos invita a explorar y reconocer la importancia de nuestro propio mundo interior. Al priorizar nuestras necesidades y deseos, abrimos puertas a la comprensión de lo que realmente nos hace felices y plenos. Este enfoque permite que cada individuo descubra los placeres que puede darse, desde momentos de tranquilidad hasta actividades que nutren el alma.
Además, construir planes para vivir en solitario no solo fomenta la independencia, sino que también fortalece el estado emocional y la autoestima. La soledad, entendida como un espacio de reflexión, brinda la oportunidad de conectar con uno mismo y establecer metas personales.
Este proceso de autodescubrimiento mejora la confianza y nos capacita para establecer relaciones más saludables con los demás. En definitiva, el egoísmo positivo no solo enriquece nuestra vida personal, sino que también nos prepara para interactuar con el mundo desde un lugar de autenticidad y bienestar.

¿Cómo vivir el egoísmo positivo?
Aquí tienes un listado de actividades o acciones que puede realizar una persona que desea vivir este tipo de egoísmo:
Cuidado personal diario: dedicar tiempo a rutinas de cuidado de la piel, cabello y bienestar general.
Uso de perfume: elegir fragancias que le hagan sentir bien y aumenten su confianza.
Jugar videojuegos: disfrutar de videojuegos en solitario como una forma de entretenimiento y relajación.
Ver películas o series: crear una lista de películas o series favoritas para disfrutar en soledad.
Leer libros: sumergirse en la lectura de libros que re interesen o inspiren.
Viajar en solitario: planificar escapadas personales para explorar nuevos lugares y culturas.
Practicar la meditación o el yoga: tomar tiempo para la introspección y el bienestar mental.
Realizar ejercicios físicos: hacer ejercicio regularmente, ya sea en casa o en el gimnasio.
Cocinar recetas favoritas: preparar comidas que le gusten y disfrutar del proceso culinario.
Dedicarse a hobbies: participar en actividades creativas como la pintura, la escritura o la jardinería.
Tomar baños relajantes: crear rituales de relajación que incluyan baños de burbujas o aromaterapia.
La meta es sentirse a gusto contigo mismo
La meta del egoísmo positivo es sentirse a gusto consigo mismo, tratándose como se trataría a un mejor amigo. Esta actitud de reconocerse como amigo propio permite construir una relación sana y compasiva con uno mismo, lo que facilita la satisfacción personal. Al cultivar esta amistad interna, uno se vuelve más receptivo a sus propias necesidades y deseos, y comienza a priorizar lo que realmente le hace feliz.
Este enfoque genera una atracción natural hacia la lucha por metas que fomenten la realización personal. Al fijar objetivos que resuenen con nuestros valores y pasiones, aumentamos nuestra motivación y compromiso. Estas metas no solo contribuyen al bienestar emocional, sino que también refuerzan la convicción de que merecemos lo mejor en la vida.
El egoísmo positivo nos empodera para defender nuestros derechos y necesidades en este mundo, lo que resulta en una vida más plena y significativa. Al final, este proceso no es solo un acto de amor propio, sino una declaración de intenciones que nos impulsa a seguir dándonos gusto y a vivir auténticamente.
